
El liderazgo es un rol complejo y multifacético que requiere un delicado equilibrio entre la libertad y el deber.
Como alguien con experiencia en liderazgo en varios contextos, he llegado a apreciar los desafíos y oportunidades que vienen con esta responsabilidad.
La relación entre libertad y deber en el liderazgo es complicada.
Por un lado, los líderes deben ser libres para tomar decisiones y emprender acciones en el mejor interés de su organización o equipo.
Deben ser capaces de pensar creativamente y asumir riesgos para lograr sus objetivos.
Al mismo tiempo, los líderes tienen el deber de garantizar que su organización o equipo operen de manera responsable y ética.
Deben rendir cuentas por sus acciones y decisiones y actuar con integridad y honestidad.
Mi propia comprensión de esta relación ha evolucionado con el tiempo.
Cuando asumí por primera vez un rol de liderazgo, estaba ansioso por hacer valer mi autoridad y tomar decisiones sin la opinión de los demás.
Creí que esta era la mejor manera de demostrar que era capaz y confiado.
Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que este enfoque debía ser más sostenible. Necesitaba colaborar con los miembros de mi equipo y considerar sus perspectivas para tomar las mejores decisiones para la organización.
Aprendí que el liderazgo auténtico se trata de empoderar a otros y crear un sentido de propiedad y responsabilidad compartida.
Asumir el mando de otra persona también puede ser un aspecto desafiante del liderazgo.
Puede llevar tiempo establecer su propio estilo de liderazgo y ganarse la confianza y el respeto de los miembros de su equipo.
En estas situaciones, es esencial equilibrar el deseo de libertad con la necesidad de comprender la cultura y las normas existentes en la organización.
Es esencial escuchar las perspectivas de los demás y aprender de sus experiencias. Esto puede ayudar a generar confianza y crear un sentido de propósito y responsabilidad compartidos.
En última instancia, la clave para equilibrar la libertad y el deber en el liderazgo es construir relaciones y crear una cultura de confianza y respeto.
Esto significa estar abierto a la retroalimentación, comunicarse de manera clara y honesta y ser responsable de sus acciones y decisiones.
También significa empoderar a otros y crear un sentido de propiedad y responsabilidad compartida.
Al hacer esto, puede crear un equipo dinámico y eficaz capaz de lograr grandes cosas.
Recuerde, el liderazgo no se trata de hacer valer su autoridad o tener el control.
Se trata de empoderar a otros para lograr sus objetivos y crear una cultura de responsabilidad compartida y rendición de cuentas.
Deo Juvante.
Fabricio Perotti, Clubhop